jueves, noviembre 15, 2007

Saudade


El problema de que las raíces sean personas radica en que, cuando te alejas de la que es la principal, el desarraigo es profundo. No se trata de un pequeño trasplante a tierras más cálidas, ni buscar un nuevo injerto que te mantenga en tu sitio. Se trata de ubicarse en una nueva situación, un nuevo lugar, una nueva vida que, además y a pesar de lo que tardaste en decidirte, nunca creíste que pudiera llegar.

Nunca me he sentido especialmente de ningún sitio, me he sentido de personas, de abrazos, de conversaciones, de sonrisas, de compañías que se me han brindado. Y ahora, al perder a la que marcó mis decisiones, mis pautas, mis lugares, no es que sienta el suelo desaparecer bajo mis pies, es que ha desaparecido literalmente. Hacia donde dirigir mis pasos se convierte en un juego de miles de posibilidades que me hacen estirarme, aguzar la vista, sonreírme a mí misma.

Pero, entonces, cuando menos lo esperas, llega la saudade. Una carta enviada a destiempo, más bien, unas palabras inesperadas, unidas en un sin sentido, una sinrazón para mí, porque aún no puedo creerlo, porque me parece imposible que haya vuelto a caer en la desilusión de esperar lo esperado y encontrarme con lo inesperado.

La saudade de la distancia, de la pérdida, de la añoranza, esta vez más que de una persona de la vida compartida que soy consciente de que no volverá, porque mi capacidad para tirar de mis raíces se agotó cuando comprendí que ellas nunca se alargarían para buscar el agua que me diera la vida.

Porque puedo vivir muchas vidas pero al final sólo me queda la mía y, entonces, prefiero vivir ésta, aunque me entristezca comprobar que no supe, no supimos conjugar ambas para que ninguno de los dos perdiera.

Y sé que la saudade me durará. Y sé que pasará, como pasa la vida, aunque el amor permanezca. Porque esta vez no quiero olvidar, sólo seguir adelante y reconocer, recordar, que fue hermoso, que fui querida, que amé, que aún amo y que ojalá no sea una pérdida, ojalá pudiera ser una transformación, aunque sepa que no lo será, aunque sepa que dejaré de oír tu voz, de descubrir tu mirada, de sentir tus caricias... Porque aunque todo esto cueste, sé que tengo que vivir mi vida.
Foto extraída de http://www.allposters.es/

1 comentario:

Isabel Sira dijo...

Para evitar confusiones pasadas explico que no permito comentarios porque prefiero el silencio.
Gracias, de todas formas, por leerme.