jueves, octubre 27, 2011

Negar tres veces, es negar para siempre. No me quieres a tu lado. Así de simple. Y por mucho que digan, no puedo dejar de sentirme responsable de gran parte de ese sentimiento. ¿Es culparme? Teniendo en cuenta que me fui al extremo que no pensé que tuviera jamás (impositivo, controlador), pues no sé si es culparme o ser razonable.

El caso es que todo eso da igual ahora. No me quieres a tu lado y tengo que levantarme cada mañana con ese conocimiento. Y salir de la cama, venir a trabajar, a verte, ir a comer, intentar no pensar e intentar dormir.

E intentar comer.

Intentar seguir con mi vida.

Y dejar que se sequen las lágrimas. Por favor, que dejen de salir las lágrimas. Y el nudo en el estómago, la opresión en el pecho, las ganas de salir corriendo hasta el final del mundo y desaparecer allí. Para que deje de doler.

Pero no va a pasar nada de eso, como no va a pasar que te despiertes una mañana y digas, 'ups, me equivoqué'. Lo que va a pasar es que seguirá mi vida. Y aprenderé. Sabe Dios que aprenderé. No hay nada mejor que una buena ostia para aprender de una vez por todas. O esa es la única esperanza que me queda.