lunes, diciembre 31, 2012

Se termina otro año. Y, la verdad, pensaba hacer un balance más bien negativo de este 2012 que terminará en pocas horas. Pero eso fue antes de pararme un momento a reflexionar. Vale, este año bisiesto no ha sido demasiado bueno para mi familia. Vale, mi salud se ha visto algo mermada en el último trimestre (como siempre nada grave, pero sí engorroso) y, vale, la Navidad vino con una triste noticia para una amiga que me tocó de cerca.
Sin embargo, miro hacia atrás y no puedo dejar de ver 2012 como un gran año para mí. 2012 ha sido el año que me dio la oportunidad de empezar de cero y reconstruirme más fuerte y más confiada. 2012 ha sido el año en el que he conseguido sentirme bien conmigo misma y crecer mucho. Y, sobre todo, este año que termina en breve, ha sido el año en el que han llegado a mi vida personas que la han cambiado a mejor, sin olvidarme de quienes llevan unos cuantos años dándome su apoyo, su alegría y su comprensión.
Pero hoy, por ser momento de balance, quiero centrarme en esas personas que han inundado mi vida llenándola de cosas buenas.
La primera, por orden y por peso, fue Yolanda. Si bien hace unos días le dediqué una entrada con tono triste, de nuevo quiero resaltar lo importante que ha sido ella para mí este año. Y no sólo por ella misma, si no también por las personas que me ha traído.
Porque la segunda persona es Antonio. Compañero de funky, desde el primer día me dio toda su amistad, cariño y bondad. Antonio es de las personas más dulces, sinceras e increíblemente empáticas que conozco. Y siempre nos recuerda a los demás que hay que ponerse en el lugar del otro. 
Gus ya era conocido, pero en 2012 se ha convertido en mi pilar, mi hermano, mi compañero, mi confesor, consejero... Todo. Yo creo que sólo nos faltó hacernos novios, pero lo prefiero de amigo, porque así sé que estará a mi lado siempre, así de egoísta soy con él. Realmente hace un año que nos conocemos y me parece toda una vida buena.
Luego está todo el Yoly's group. A todos y cada uno de ellos les debo grandes momentos de risas, aventuras y disfrute. Pero no puedo evitar destacar a alguno. Mi Davy, mi querido Davy. Sosegado, reflexivo, atento, amigo, siempre amigo. Y Mayte, a veces burbujilla como yo, siempre positiva, aun cuando su alma a veces llore. Amaranta ha sido confesora y amiga. Compañera de gimnasio, salidas, risas y lágrimas. Su peso en oro me vale, y a veces se le olvida.
Asun me vino por el trabajo. Y me llenó con su fuerza y su alegría. No conozco a nadie más capaz de mirarle a la cara a la vida y sonreirle y decirle que es bella, aunque reconozca sus momentos feos. Asun son unos ojos que brillan, una mano que sustenta. 
Jorge, aunque haya decidido dejarlo a un lado de mi vida, en su momento me aportó seguridad. Me dio confianza en mí, me hizo sentir guapa y deseable en un momento en el que me sentía de todo, menos guapa o deseable o segura. Y me hizo reir cuando tanta lágrima casi había ahogado mi risa. Y eso no voy a quitárselo. E incluso el daño que me ha hecho me ha servido para seguir creciendo.
Entonces, gracias a Davy y su manía de hablarlo todo, llegó Pedro. Pedro me trajo la esperanza de que se puede encontrar a alguien, de repente, que te haga sentir en dos frases como si lo conocieras de toda la vida. Me devolvió mi amor por los libros y las palabras, me hizo comprender que sólo yo podía cumplir o no mis sueños. Queriendo o sin querer me dio amor, amistad, esperanza y ganas de intentarlo todo, cuando yo pensaba que no me quedaban fuerzas para nada y que había sueños incumplibles (pues no es así, a la prueba que es mi piano me remito).
Junto a él, mis libreros, Mayte, Quico; mi club de lectura y su gente, especialmente Lourdes, con ese cariño...
Fran, de mi familia funkera, se reveló como mi alma gemela en muchos aspectos. Me aporta lucidez, cariño, mimos y fuerza, porque él es fuerte, aunque ahora haya momentos en los que se haya sentido pequeñito. Pues no, es grande y encontrará a alguien grande como él, estoy segura.
Y sí, mi familia funkera está ahí con Maca, y Juanillo, y Rider y Belén, y todos, nuevas incorporaciones o quienes me vieron bailar por primera vez hace ya más de un año.
Mi curso de profesora también me trajo buena gente. Todos ellos me brindaron risas, amistad, momentos inolvidables, más ganas de crecer, de aprender con y de ellos: Cristina, Antonio, David, Dani, Juan, Auxi, Emmanuel, Victor, Inma, Maricruz.
Así que, mirando a 2012 me encuentro con quienes son mis amigos de hace años y a los que quiero con locura, y a todos esos que son ya mis amigos, y que parecen haber pertenecido a mi vida o yo a las suyas siempre, porque están. Siempre.
Por eso, venga lo que venga en 2013, yo tomaré las uvas con una sonrisa en la boca y el corazón grande, cargado de todo el amor que me brindan todas y cada una de las personas que forman parte de mi vida. Soy afortunada. 2013 sólo podrá traer más felicidad.


viernes, diciembre 28, 2012

Me cuesta aceptar cumplidos. No llevo bien el pensar que alguien me quiere, me aprecia, simplemente porque soy quien soy. Aunque yo los haga, me cuesta creer en la sinceridad de los gestos de buena voluntad desinteresados. Y sin embargo, siempre, siempre, tengo a mi alrededor personas que me demuestran continuamente que la bondad existe, que somos buenos por naturaleza.
Xosé llegó a mi vida por este blog. No recuerdo ya cómo fue que dio con En busca... Pero un día empezó a hacerme comentarios. Creó su blog, nos seguimos mutuamente y, un buen día, las palabras blogueras se transformaron en mails, comentarios de face, y largas conversaciones, siempre con un teclado por delante. 
En los creo que ya más de cinco años que nos conocemos no nos hemos visto nunca, pero hemos compartido buenos y malos momentos el uno del otro.
Y siempre me ha sorprendido. Su bondad, su dulzura, su disposición.
Xosé es un currante, trabaja por él y por un mundo mejor. Pendiente de su mujer, pendiente de sus amigos. Sin haber probado uno de sus platos sé que es un buen cocinero. Que es positivo. Que quiere sinceramente. 
Hoy he recibido un gran regalo de él. Bueno, dos. Uno es puramente material: unos libros que han llegado por correo y que aunque fueron pensados en parte como regalo retrasado por mi cumpleaños, para mí (que no tendré regalos en casa este año), han sido mis presentes navideños. El otro, el que me ha hecho llorar de felicidad, han sido sus palabras. Tanto la dedicatoria del libro que él ha traducido (La cocina de Alice B. Toklas, de Black List, desde aquí lo recomiendo); como lo que me ha escrito en su postal navideña me ha llegado al corazón. Y sí, Galicia y Andalucía están al lado. Y sí, hay quien te conoce sin haberte mirado nunca a los ojos.
Jamás creí en que internet pudiera crear verdadera amistad. Pues Xosé (y mi Anita asturiana; y mi Regi...), son la prueba. De que la gente buena está a tu lado y lejos. Pero está. Así que, gracias Xosé, por devolverme mi fe en la bondad humana. Gracias por ser tú.

martes, diciembre 25, 2012

Hay personas que te llegan y no sólo se dan a sí  mismas. Aparecen y se quedan. Y te incluyen en su vida y te hacen sentir amor y te ofrecen infinitas posibilidades y te dan una nueva familia y te enseñan y te animan y te dan felicidad.
Yolanda es una de esas personas. Llegó a mi vida porque decidí que quería intentar bailar. Y de repente, cuando yo estaba tocando fondo, pasó de ser mi profesora a convertirse en mi amiga. Una amiga que me incluyó en su grupo, en ese Yoly's group que es una familia, me integró en el funky, aunque yo tuviera que dejar de bailar, me ofreció una mano y un hombro y un corazón y un alma. 
Me dio amor y me dio pertenencia, a mí, siempre desarraigada, siempre sin 'ese lugar en el mundo'. Me dio fuerza, me enseñó a comer y eso me dio las energías que necesitaba para continuar. Me escuchó y me dio consejos y apoyos; me anima, me consuela y me enseña, día a día. 
Y en estos días que nos ha necesitado, siento que apenas he podido devolverle una pequeña parte de todo lo que he recibido de ella. Me gustaría que sintiera mi abrazo fuerte en estos momentos de tristeza. Que de verdad supiera que estoy aquí, para siempre, para lo que sea. Que nunca estará sola, porque eso sí se lo hemos demostrado sus dos familias: funkeros foreva y el yoly's. 
Porque incluso ahora, en estas tristes circunstancias, Yolanda ha vuelto a enseñarme. Me ha mostrado lo que es amor, cuando todos, da igual si estaban en Sevilla o fuera, han querido mostrarle su cariño, han querido estar a su lado. 
Y yo solo soy una pequeña parte, y apenas puedo ofrecer más de lo que ya he mostrado. Y, sin embargo, aún me parece poco. Porque ella es grande y se merece todo.
Así que sólo me quedan las palabras, que se me quedan también cortas, pero con las que quiero repetirle, una vez más, que es grande, que se merece todo el amor que tenga en su vida, porque siempre será simplemente un reflejo de lo que nos ofrece; que no está sola, que estaremos a su lado y que, pase lo que pase, si llegaran a flaquearle las fuerzas (cosa que dudo que ocurra), aquí tiene un bastón donde apoyarse, una mano que la levante y un corazón para darle aún más coraje.

domingo, noviembre 18, 2012

Estoy nerviosa. Me gustaría decir que no siento nada, que estoy normal. Pero, acostumbrada a cambios, eso da igual porque siempre se me acerca el desasosiego. Yo lo pedí, yo lo quiero. Pero también sé que no siempre lo que he querido ha sido lo que después me ha hecho más feliz.
De manera que, aunque sé que estaré bien, estoy nerviosa.
Y no sólo es el traslado.
Para variar se me juntan cosas.
No pasa nada. Pero estoy nerviosa. De repente he sentido el encogimiento de estómago y he sido más consciente de que sí, tengo temores y dudas.
Pasará, espero que al segundo día. Pero mientras, me queda una semana de organizar y pensar. Mejor no hacerlo.

lunes, noviembre 05, 2012

La paciencia nunca fue una de mis virtudes. Ni la calma. Más bien me precipito, me emociono, me embalo y luego, de repente, me doy cuenta de que tengo que frenar en seco, o me frenan en seco (normalmente esto ocurre más a menudo).
No lo puedo evitar. Como no puedo evitar mostrarme como soy, sentir rápidamente, lanzarme sin pensar, después de haberlo pensado mucho.
Todo ello conlleva sus riesgos, peligros que me suelen dejar el corazón dolorido, la cabeza inundada y pensamientos de estupidez. Riesgos que duelen.
Y, sin embargo, no lo puedo evitar.
Muchas veces pienso que no se trata de no poderlo evitar, si no de no querer hacerlo. Y, quizás, en la mayoría de las ocasiones, sea así. Pero es que creo que la vida está para vivirla y sentirla, en placer y en dolor. 
A pesar de todo, da rabia. Me doy rabia yo. Por equivocarme en mi entendimiento de las personas. Por dudar de forma continuada. Por dejarme llevar, pero no dejarme llevar.
Porque aun sin saber dónde me llevará un camino, puedo dar cinco pasos convencida de su destino, y otros cinco pensando que es el contrario. Porque me dejo llevar, pero me da miedo y husmeo, olfateo el aire como un perrillo temeroso de que la mano que le es tendida para darle de comer esconda un palo. 
Me gustaría ser de esas personas despreocupadas. Pero no lo soy. 
Al menos, voy aprendiendo a fluir, aunque a veces, como esta noche, inevitablemente me pare a pensar y duela un poco, sin saber todavía qué.

domingo, octubre 28, 2012

Pequeñas ilusiones se enroscan en la piel del tosco sátiro. Siempre huyendo de la belleza, aunque parezca siempre buscarla, y, de repente, se ve embebido por ella. Y, pese a su ceño y su empeño, la sonrisa le ilumina la ruda cara que siempre ha pretendido esconder deseos, sueños y temores.
Un resquicio de verdad y esperanza apenas se vislumbra en sus ojos, pero es lo suficiente como para que el lujurioso ser tiemble, espera que imperceptiblemente, ante el temor de ser descubierto. Porque su corazón es blando. Su corazón quiere, late, sufre, desea...
Y se mueve. Se mueve para evitar el contacto de esa otra piel que, cándidamente, lo ha tocado simplemente para decirle que está cerca. Sin intenciones. Sin los dobles juegos a los que él está acostumbrado. Y eso le desconcierta. Y eso le da esperanza. Y le asusta.
Pero, a la vez, se siente tan atraído que se paraliza. Sólo es capaz de alejarse el milímetro necesario para no sentir el roce. Sin embargo, nota la presencia, el otro corazón que palpita suave, en calma, sin la agitación que a él lo tiene de forma atormentada clavado sin escape, porque no es capaz de huir. 
La figura fuerte se convierte en su interior en un pequeño animal asustado. Intenta ocultarlo. Se yergue, intenta ser firme. Y tiembla. Porque sabe que esta vez atravesarán su dura piel y la rendición será su condena.

martes, julio 10, 2012

Por mucho que me emperre a veces en lo contrario, sólo puedo sentirme feliz y afortunada. Solitaria como soy por naturaleza (o por imposición), me doy cuenta ahora de que, de sola y soledad, nada. Siempre he tenido la suerte de tener quien me quisiera, pero nunca hasta ahora me había sentido tan arropada ni mi amor se ha multiplicado tanto. Siempre han dicho que no se tienen más amigos que los que podrías contar con una mano. Y siempre he dado por válida esta premisa. Hasta ahora. Porque ahora me siento rodeada de personas a las que quiero, que me gusta tener a mi lado, con las que comparto alegrías y penas, pero sobre todo buenos momentos.
Con total sinceridad me entrego y recibo. Y por extraño, o triste, que parezca, por primera vez me siento segura en esta entrega y en lo que se me ofrece. Desconfiada también por naturaleza, prevenida siempre a recibir daño, como un perro abandonado que se rebela incluso contra quien intente acogerle; ahora me dejo querer y quiero. Sin más condiciones que las de ser libres. Sin más premisas.
Es bonito saber que los amigos están ahí. Es bonito querer y saberse querida.

lunes, junio 18, 2012

Cuando el cansancio pesaba sobre sus párpados, sus dedos se volvían veloces sobre el teclado. Su cerebro, por una vez, vencía sus propias trabas y se dejaba mostrar convertido en palabras a veces hiladas, a veces inconexas, que mostraban significados tan dispares como la mente que las producía.

No lograba vencer el sueño a tantas ansias por salir como el espíritu tenía. Aunque los ojos sí se cerraban, sí parpadeaban cada vez de forma más pesada, mientras existía una lucidez distinta, otro despertar, dentro del duermevela.

Nunca leía lo que sus manos escribían en esos momentos de intimidad profunda. Se atrevía a lanzarlo al mundo, pero jamás lo leía. No porque tuviera miedo de descubrirse a sí misma. Sino por el temor a dejar que los demás la encontraran. A censurarse de nuevo. Así que se dejaba llevar y dejaba que sus letras volasen libres. Quien las entendiera, que lo hiciese; quien se viera reflejado, que lo fuera; quien simplemente leyera, libre era.

lunes, junio 04, 2012

El placer de cocinar

Nunca he sido capaz de hacer bien nada manual: las actividades de la antigua 'Plástica' del colegio eran un suplicio que marcaban mi nota más baja; no sé hacer punto, ni coser, ni hacer ganchillo y ni siquiera fui capaz de terminar un cuadrito de punto de cruz que empecé con 9 años y que sólo requería poner los hilos del color del dibujo que venían en la plantilla, ya agujereada para hacerlo más fácil.

Pero, entonces, me hice adulta y descubrí la cocina. No me gusta comer. Sin embargo, cuando, por las circunstancias de la vida (vivir sola) tuve que empezar a cocinar, descubrí que sí hay una tarea que requiere destreza manual y que soy capaz de hacer: transformar ingredientes en comida. 

Me encanta buscar la receta o pedirla y apuntarla. Buscar los ingredientes, lavarlos, cortarlos con mimo, porque 'Como agua para chocolate' me marcó de por vida, cocinarlos primero por separado e ir añadiendo el resto de ingredientes, creando una amalgama de sabores. Oler lo que corto, retocar la receta (soy incapaz de seguir una receta al pie de la letra, salvo, quizás, las de una de mis hermanas); experimentar con las especias o con las combinaciones de sabores, texturas, ingredientes...

Me relaja todo el proceso. Hasta el de ir a hacer la compra. Me gusta pensar en que no sólo seré yo la que disfrutaré la comida. De hecho, cuando cocino suelo perder parte de mi apetito, no así las ganas de ver a alguien saboreando lo que he cocinado. O no verlo, pero saber que alguien podrá decir si le gusta.

Soy extremadamente perfeccionista y sé que mi cocina podría mejorar. Pero ahora me quedo con el placer de verme entre cuchillos, sartenes, cacerolas y fogones. Estar atenta, tener la paciencia de cocinar durante tres horas un arroz con leche; o mimar mis albóndigas; o probar a hacer un pisto con nuevos ingredientes. O casi inventar recetas.

martes, mayo 29, 2012

No me gusta cuando la melancolía se posa sobre mi alma y me oprime el corazón.

Preferiría que no volvieran viejos fantasmas que convierten mi soledad buscada en una soledad repleta, en la que me es difícil moverme.

Me cuesta salir de esos estados en los que la compañía no existe porque mi mente está demasiado ocupada en no estar y buscar lo que parecía haber encontrado.

No puedo explicar la sensación de vacío, porque realmente lo que hace es llenarme, saturarme, impedirme pensar con claridad y convertir cada tarea en un mundo, porque no parece haber forma de salir del círculo.

Porque es eso, ciclos que vuelven y van y, al menos, ya no me amargan ni entristecen. Sólo me dejan como la flor mustia en el calor del mediodía, el árbol que pierde las hojas y dobla las ramas para taparse, la marea que parece que no va a volver nunca porque baja y baja (aunque sea para subir en otro sitio).

Y mis raíces tiran de mí hacia dentro, porque necesito parar, tomar aliento, respirar y elegir de nuevo la dirección, porque me gusta seguir sola, pero extraño el cariño.

Se juntan las ansias y los anhelos con la realidad y todo parece confuso, aunque los ojos lo vean nítido. Y sólo me apetece dejarme llevar, pero por nadie más que por mí misma y mis pensamientos, aún a riesgo de volver a perderme en mi interior.

Me gusta saber que conozco el camino. Al menos así, el ciclo parecerá más corto.

jueves, mayo 24, 2012

El color se convirtió en luz y desapareció entre lo pliegues de su falda. Ahora el único brillo que iluminaba la habitación provenía de su sonrisa, que ocultaba la tristeza de los ojos, felizmente. Porque no quería confesar que el penar le pesaba en el alma y no podía desprenderse de esa sensación de vacío e incomprensión, porque no lo entendía.

Mantuvo su atención en la conversación, a pesar de que su pensamiento una y otra vez intentaba alejarse y volar. Pero no podía olvidarse de que ahora las lágrimas que tocaba enjugar eran de otra persona. Cogió la mano y la mantuvo suavemente acariciada para ofrecer el apoyo que ahora se le requería.

Y, poco a poco, su luz se fue haciendo más brillante y comenzó a convertir en arco iris multicolor las lágrimas que tocaban a su fin, porque con aquella luz, la oscuridad, incluso de espíritu, huía con el rabo entre las piernas para no volver en mucho mucho tiempo.

Tres horas después, en la soledad que siempre le acompañaba, reflexionó sobre la ligereza e insustancia que podría tener una vida si sólo se derramaban lágrimas por los motivos equivocados. Lo difícil era encontrar el motivo correcto, pensó. E, inmediatamente, dejó de llorar. No iba a ser ella la que llenase los vacíos con la salada agua que los ojos derramaban. No iba a ser ella la que penase por cuestiones irrelevantes, sobre todo cuando la luz le devolvía, una y otra vez, a ese punto inicial en donde la ilusión se mantenía viva y no se dejaba avasallar por la rutina diaria.

Y el alma dejó de pesar tanto. 

Aunque aún le quedaban tormentas por capear.

jueves, mayo 17, 2012

La pesca del salmón en Yemén

La historia de un sueño, de una locura, de la fe, del amor, de embarcarse en los imposibles. No termina mal, porque si no no sería una película, pero es que hay veces que necesito la esperanza por encima de todo.
Cumplir anhelos. Seguir adelante pese a la sorna y todo acompañado con unos diálogos cuidados, a veces irónicos, a veces directos. 
Quizás éste ha sido el momento para ver esta película. La esperanza y la fe. Seguir adelante. Ahora que me he decidido por no frenarme a mí misma, por intentarlo, al menos, por iniciar el camino, aunque se bifurque más adelante. 
Y la fotografía, la música me han traído la paz. Destila paz que se me ha transmitido más allá de la pantalla. Para reflexionar sin pesar, dejarse llevar, y, a la vez, ir a contracorriente, como el salmón. Porque sólo tengo que seguir mi camino, no el de nadie más.

sábado, mayo 12, 2012

Siento los dedos y la mente inquietos. Con ganas de escribir, pero sin encontrar las palabras. Parezco saber lo que quiero soltar, pero entonces, dudo, y no sé si es eso lo que quiero que el texto haga visible o simplemente son pensamientos sin hilos que corren por mi cabeza y me sobresaltan.
No sé si es la sensación de que me equivoco, o de no entender algunas cosas y frustrarme por no entenderlas.
O es las ganas de llorar que parece que no me abandonan, porque las lágrimas suben rápidas a mis ojos, a veces sólo con una nota de una canción, con ver de refilón un nombre, o simplemente, porque sí.
Se puede estar feliz y triste a la vez. Más que tristeza es un pesar, una sensación de volver a fallar, aunque no sea yo.
No se puede esperar todo, pero lo espero. 
No se puede soñar, pero sueño y con el sueño vuelo, y en el sueño, me elevo.
Se puede todo, porque se quiere. Pero sigo sin tener claro que lo que escribo es lo que quiero decir. Puede que sí. Tal vez, no. 
Pero no desespero.

lunes, mayo 07, 2012

Encajar en mi sitio

Durante toda mi vida me he sentido fuera de lugar la mayor parte del tiempo. Ni en mi propia familia me sentía integrada. Es inherente a mí sentir, en un momento u otro, qué hago en un sitio, dónde está mi lugar entre las personas que me rodean.

Mi desarraigo no me ha ayudado. Si no te sientes de ningún lugar, difícilmente puedes pensarte colocada dentro de este puzzle que es el mundo. Si no tienes vínculos con los sitios, no puedes sentirte parte de las personas que los habitan.

Al volver a Sevilla por ¿cuarta vez? en ocho años, los sentimientos de no pertenencia, de necesidad de escape me hicieron difícil sentirme integrada en la ciudad.
Poco a poco las personas, mis amigos, una vez más, me enlazaron a un lugar, me hicieron sentirme pasito a pasito como en casa.

Pero aún había momentos en los que me creía ajena, descolocada, fuera de sitio.

Y me pasaron muchas cosas. Y fui feliz y también sufrí mucho. Sufrí tanto como para plantearme quién era yo y cómo podía dejarme de tal forma hasta transformarme en alguien en quién no me reconocí. Sufrí hasta que me dolió el alma y se me rompió en millones de pedazos el corazón.

Y fue lo mejor que me podía haber pasado.
Mi corazón roto me hizo levantarme de nuevo y mirar alrededor.

Y encontré que a mis amigos y compañeros, que me sostuvieron en esas semanas de locura, se habían unido otros, ahora ya mis amigos, ahora mi familia.

Y encajo. Por primera vez en mi vida soy la pieza que le faltaba a mi puzzle para sentirme parte de algo. De vosotros. TODOS vosotros, los que me acompañastéis desde el principio de mi caída y resurgir; y quienes habéis llegado para tenderme esa mano y hacerme sentir parte del todo.

Y ENCAJO.

Y, de repente, ser parte de algo me hace saberme alguien, y sentirme querida por tantos me hace comprender que todo el amor que siempre di y quise dar y sigo dando da unos frutos inesperados.
Porque ENCAJO. Y ahora sé que mi sitio, está a vuestro lado.

sábado, mayo 05, 2012

La Marilyn que hay en mí

Voluptuosa y sensual, carnal, sexy, extrovertida para esconder la timidez, insegura, icónica.
El rubio trae algo más que pelo claro.
La imagen proyectada varía.
La seguridad ¿ayuda?
Las ganas de cambio.
La vuelta de la energía.
Las ganas de vivir, vivir, vivir hasta el tope, porque siempre ha sido así.
Las noches que activan el cerebro.
El cuerpo que siente, vibra, quiere, pide, da, acaricia, abraza.
La sonrisa perenne, que puede con la tristeza.
Las lágrimas de alegría.
La risa contagiosa que tira al suelo.
Gustar.
Que guste.
Curvas inexistentes que están ahí.
Gesticulación.
Expresividad.
Miradas.
Decisiones.
Y por un compendio de circunstancias y pensamientos, Audrey cede el paso a Marilyn, sin abandonar del todo la escena.

sábado, abril 21, 2012

Odio comer, pero adoro cocinar. Me dan miedo las alturas, pero sueño muchas veces que vuelo. La monotonía, rutina, la estabilidad me matan, pero escogí un trabajo prácticamente inamovible. Hablo sin parar, pero sé escuchar. Tengo mucho genio, pero soy dulce. Soy asocial, pero muy sociable. Estoy desarraigada, pero las personas me atan a los lugares.

No sé por qué muchos piensan que sólo puedes ser una cosa. Quizás porque siempre estuve llena de contradicciones me siento en casa con quienes están en un torbellino de movimiento o son diversos dentro de sí mismos.

martes, abril 17, 2012

Se acabó. Terminé. La felicidad arrambló con todo y ya no necesito seguir regulando mi serotonina de forma artificial. Después de cinco meses duros, de dudas, de no saber si podría volver a no necesitar tomar nada (porque sí, la duda llega), de trabajo conmigo misma, de pelearme y de ganarme, soy libre.

Soy perfectamente consciente de que hay personas que necesitan estar toda su vida en tratamiento. Y no me parece mal.

Pero yo lo empecé por cosas tan externas a mí que me negaba a que pudieran conmigo. Acepté la ayuda, pero ahora me toca a mí tomar totalmente las riendas. Puedo. Lo hago. Lo haré.

lunes, abril 09, 2012

La suave brisa levantaba el polvo de la arena. El desierto, aún en la quietud del día calmo, palpitaba, tenía vida propia y cambiaba, siempre cambiaba.

Ella había dejado sus huellas tras sí al salir del oasis, a la espera de que permanecieran inmutables, como sabía que no ocurriría con su memoria. Pero en el desierto nada permanece demasiado tiempo mas que él mismo. De manera que, a los pocos segundos de haber marcado su pie, la tierra borraba la huella en dunas que se movían, susurraban los tesoros escondidos entre sus recovecos, con una riqueza que sólo unos pocos saben apreciar.

Poco le importó al comprobar, tras girarse una última vez hacía lo que dejaba atrás, que sus pasos habían desaparecido. Al fin y al cabo era lo que deseaba. Desaparecer de la faz de la tierra para todos aquellos que la conocían y para todo aquello que conocía. Olvidarse en sí misma como nunca se había atrevido hacer y encontrar lo que hacía que su corazón vibrase.

Seguía caminando. Respiraba y contemplaba la luna que iluminaba con una luz blanquecina y viva cada rastro de vida del desierto. Sentía los pequeños lagartos, las plantas que buscaban su hueco en cada mínimo resquicio de agua que podían hallar, las aves rapaces sobrevolando las arenas para encontrar alimento...

Pero, sobre todo, se sentía. Sentía sus pies, los granos de arena que se adherían a ellos; sentía la brisa, acariciando su piel y revolviendo la ligera tela de su vestido. Y sentía, se sabía ella misma. Empezaba a reconocer cada milímetro de su ser y de su mente que habían sido relegados. Despertaba en ella su vida real, su pensamiento libre, tantos años desplazado a un rincón recóndito para poder plegarse a una vida sedentaria que nunca fue la suya.

Y así, por última vez, la vieron los guardianes del desierto. Alejándose con paso tranquilo hacia la inmensidad del desierto, a donde siempre había pertenecido.

lunes, abril 02, 2012

Hay momentos y momentos. Instantes en los que el silencio suena más que el mayor de los estruendos. Donde la lluvia parece caer hacia arriba. Cuando el viento sopla quieto. El corazón late deprisa y suena despacio.
Se palpa crecer la piel y estirarse y desenredarse para alcanzar al otro.
Te escudas en sentimientos para no llegar a la acción. Y la acción es sentimiento.
Segundos en los que los sabores se mezclan y desconciertan. Quieres oler y apenas olfateas. Caes, para quedar erecta.
En un círculo sin fin, acelerado, loco, desenfrenado y agotador, para caer a los pies de ti misma.

domingo, abril 01, 2012

La sensación de pasar las manos por las páginas de un libro que vas a empezar sólo podría comprenderla quien siente lo mismo. El sentimiento que provocan las primeras palabras que empiezas a leer podría compararse con las mariposas del enamoramiento.
Para mí cada libro es un mundo. No sólo una historia, un mundo en el que perderse, reencontrarse, buscarse o reinventarse. Un lugar en el que olvidarse para no ser encontrada, o un camino para salir hacia donde no sabías que querías dirigirte.
Da igual que pase temporadas de apenas leer o que lea de forma convulsiva o compulsiva.
Las palabras siempre me esperan, las palabras siempre están ahí como refugio.
Como leí hace poco: "Cansado de no entender la soledad que le rodeaba, se refugia en la lectura como si fuese el hogar que nunca tuvo". Pero con una pequeña diferencia. Para mí los libros siempre fueron mi hogar, siempre lo tuve.

jueves, marzo 29, 2012

La verdad es que siento decepción. Y no he visto ni un solo medio de comunicación, es decir, no estoy mediatizada. Pero me he decepcionado. No me ha gustado el ambiente de fiesta en una manifestación que yo considero muy seria. No me ha gustado que, como siempre, se intentara impedir trabajar a quien quería hacerlo, no me ha gustado que sólo hayamos hecho cosas unas horas y ¿el resto del día?
No sé, sabía perfectamente que el miedo a los despidos tal y como está la cosa podría hacer que no hubiera un seguimiento bestial. De hecho, eso lo comprendo perfectamente. Una de las razones por las que he hecho huelga es por darle voz a quienes no podían estar. Pero aún así, no sé, me ha faltado gente. Me ha faltado algo.
Quizás sea yo, que al final sigo siendo una ilusa.

lunes, marzo 26, 2012

Un paso y luego otro. Opciones, caminos, bifurcaciones, laberintos de pensamientos. Errante o seguro de su andar. El verde de la hierba, el olor de la primavera, las flores que enseñan sus colores al borde de la senda. La mirada, en el infinito, donde termina la vereda. Los pasos con ritmo. Una cadencia. Brisas juguetonas y nubes de algodón. Sonidos vibrantes. Aliento acompasado. Frufru de telas.
No había pensamiento en su cabeza, porque finalmente había logrado vaciarla de tanta necedad que la rodeaba. Se había decidido a marcharse, porque quedarse significaba una muerte lenta que la dejaría sin el espíritu que había reinado en su vida y había llenado el espacio.
La decisión había llegado reposada, como si siempre hubiera estado ahí, dormida y expectante. Por eso se había dejado llevar por su razonamiento. Al fin y al cabo, sólo ella podía saber lo que había pasado. La felicidad que había venido tras el sufrimiento. La angustia de un mundo que la oprimía porque no era el suyo. Las renuncias que ya no tenían sentido.
Ahora, en su cabeza, sólo quedaba aquella canción...

domingo, marzo 18, 2012

Intensa

Soy muy intensa. Apasionada. No sé cómo no serlo. No puedo ser apasionada para unas cosas y para otras no. Ni dejar de darlo todo en lo que me interesa, me gusta, me engancha. Esto podría parecer bueno. Pero no lo es siempre. Canso. Canso a las personas que me quieren y me rodean. Asusto a los que no me conocen.
Pero soy así. No quiero dejar de ser así. Quizás me consuma rápido, como las cerillas. Pero no puedo dejar de ser lo que soy.
Si quieres mi pasión, acostúmbrate a mi intensidad.

martes, marzo 06, 2012

La frustración hervía en su sangre. Haberlo tenido tan cerca para luego verse sin ello la dejaba con un picor en la punta de los dedos y una rabia interna que no sabía por dónde escapar.
No había dónde agarrarse, así que se armó de valor y usó su propio cuerpo de amarre a la dureza que la atenazaba.
Podría haber optado por usar improperios, pero esta vez decidió sacar pecho y dejarlo pasar.
Ya habría momento para la venganza.

lunes, marzo 05, 2012

Ahí estaba. Corriendo subida a unos tacones de doce centímetros, más segura que nunca, aunque dudosa de no acabar en el suelo, cual larga era, retrasándose en su carrera y quizás, perdiendo la única oportunidad que ahora veía clara.
Así que, sin apartar su principal pensamiento de su mente, miraba cuidadosamente donde ponía los pies en la irregular acera por la que corría, observada por los transeúntes que no dejaban de darse codazos y preguntarse adónde se dirigiría aquella melena al viento, aquellos tacones resonantes, aquella falda que flotaba.
Nadie se imaginaba que detrás de aquella carrera alocada estaba la mayor tranquilidad y sosiego, que habían sido alcanzados por la absoluta certeza. La RAZÓN, así, en mayúsculas, que definía una vida había sido desvelada a la corredora en estiletos.

sábado, marzo 03, 2012

Las risas resonaron en toda la sala. Eran como el cristal que brilla, deslumbra, ilumina y estalla en mil destellos de luz brindando la más absoluta belleza.
No podía evitar la sonrisa perenne ni las carcajadas, cuando quienes la rodean la quieren y la muestran, la hacen lo que es, porque ellos reflejan ese cristal exquisito.
Cristal como diamante. Con el calor del fuego que talla el cristal.

martes, febrero 28, 2012

Nunca me ha importado la distancia. Es decir, al cabo de los años me he acostumbrado a dejar a mis amigos, a quienes me importan, en otras ciudades, en otros lugares lejanos. Y no me importa. El teléfono, alguna visita, los mails... suavizan esa distancia y lo cierto es que, con los amigos de verdad, da igual si te viste ayer o hace años. La sensación es la misma que cuando nos veíamos a diario: la misma confianza, el mismo cariño, la misma complicidad.
Pero hay momentos en que esa distancia se me hace años luz y no soporto el no poder abrazar, tocar y dar un beso sincero a mis amigos. Cuando los siento penar, cuando les ocurre algo en su vida que yo no aliviaría, pero que estando allí, al lado, me permitiría intentar suavizar; no puedo dejar de lamentar las vueltas de la vida, la distancia y no estar ahí, a la vuelta de la esquina.
Porque las palabras se me hacen vanas si no las acompaño del abrazo que me gustaría dar, la mirada que me gustaría compartir.
Pero no me queda otra, no me quedan más que las palabras para intentar hacerte comprender que aquí estoy, para lo que sea. Y se hace falta, allí estaré. Tenlo claro, no estás solo.

lunes, febrero 27, 2012

Los restos de la comida dibujaban un paisaje extraño y difuso sobre la mesa. Aún frente al desorden seguía sentada mirando al infinito que se esconde detrás de los objetos.
Se podría llamar sueño, si no fuera porque esos ojos abiertos y vivos, a pesar de la inercia de su propietaria, reflejaban demasiada agitación interna como para confundirse con el mundo onírico en el que la mente, aun en movimiento, reposa mientras dormimos.
Nada hacía prever si la mesa sería recogida en breve o las horas pasarían igual que la luz desdibujaría y jugaría con los objetos en ella dispuestos, abandonados a la suerte del tiempo y las moscas que, golosas, miraban desde fuera de la ventana el festín que podrían darse con las sobras.

domingo, febrero 26, 2012

Los pasos quedos resonaron en sus oídos, sacándola de su ensoñación. No sintió temor. Conocía qué preludiaba ese ritmo cadente que se acercaba y decidió abandonar por unos instantes los planes que le hacían volar hacia lejanas tierras perdidas.
En unos pocos minutos, la realidad le hizo comprender que las vueltas en su cabeza no la harían acercarse más a su sueño.

sábado, febrero 25, 2012

Sentir el viento en la cara. Pedalear, fuerte o con calma. Acelerar. Olvidarse. Olvidarte. Que la sonrisa llegue con el olvido. No hay nada. No estás. Sólo el viento en la cara. Sólo el ritmo que marcan las piernas. Sólo el corazón que marca la meta.

viernes, febrero 24, 2012

Hay mañanas que el sol se levanta más animado y el primer rayo despierta la tierra con un beso apasionado que le da calor y quita el frío incluso del más crudo invierno.
Avance de un día en el que el brillo de oro ofrece mejores caras y suaves manos que despiertan el cariño con el mínimo roce.
Preludios de una sonata que estallará en primavera, con colores vibrantes y risas descontroladas que incitan a ser feliz.
Porque sólo queda corazón para la felicidad.

martes, febrero 21, 2012

Escribir para liberarse. Para dejar la cabeza vacía y las palabras llenas. Ensuciar las hojas.
Dejé de escribir porque creía que así viviría más.
Dejé de escribir porque no quería volcar siempre pensamientos tristes.
Pero si escribir es el consuelo, dejar de hacerlo puede llegar a oprimir el pecho.
Adoro las palabras. Desde siempre.
Me acompañan, me definen, me construyen y construyen mi realidad.
Voy a volver a ellas.
Ellas nunca me dejaron.

sábado, febrero 04, 2012

Por qué me llamaron Bridget Jones IV

En mi oficina utilizamos sellos. No de esos modernos de los que tienen 'autotinta' o como se diga. Los tradicionales que, primero mojas, y luego estampas. Y, claro, algún día, el tampón se queda sin tinta y no se ve el sello.
Eso me pasó la semana pasada y fui al armario de material a coger un nuevo tampón. Pero no había. Y mi jefe, que a veces parece que paga él el material, me dijo: 'No voy a pedir uno nuevo, rellena el tuyo con los botes de tinta'.
Y allí que fui yo a mi mesa, con mi tampón, mi bote de tinta y mi buen espíritu. Y allí que estoy con el bote de tinta boca abajo y aquello que no mancha nada, ni rellena nada ni nada de nada. Hasta que me dice un compañero 'tienes que apretar un poco el principio del bote, que tiene como una almohadilla para empapar el tampón'.
Claro, y a mí se me olvida que ahora voy mucho al gimnasio. Y que las cosas con suavidad salen mejor, y que la tinta y yo juntas nunca ha sido buena idea....
Conclusión: plástico del bote destrozado, tinta azul que salta por todas partes: mi mesa, mi jersey, mi ordenador, el suelo, el reposa muñecas... Ni os cuento cómo estaban mis manos y mis uñas (ni cómo siguen ahora, días después).
Pero eso no fue lo peor. Lo único que había en mi oficina para recoger el desastre era lejía... Mis manos destrozadas por la lejía, mi mesa oliendo como la más relimpia del mundo mundial y yo colocada todo el día por el olor...
Si es que es lo que tiene volver a mi ser...